viernes, 8 de noviembre de 2013

Primeros pasos

Aún no te atreves a andar solo. Creo que te falta poco. A veces, te quedas de pie sin agarrarte a ningún sitio, y creo que no te das cuenta.

Juego contigo a soltarte mientras andas, pero enseguida buscas mi mano. Con un poco más de confianza, empezarás a corretear por ahí.

Eso sí. Has cogido el vicio de subir las escaleras a gatas, y, cada vez que lo intentas, te digo que no lo hagas, subes un par de escalones y me miras para ver cuándo voy a buscarte. No ofreces resistencia. Según me ves llegar, te das la vuelta y levantas las manos, como un ladronzuelo de poca monta...



Para lo que se oye a otros padres, creo que controlas bastante bien. Te has pegado muy pocos cabezazos y casi nunca me levanto cuando te veo moverte por el salón. Sé que ya no te agarras al zapatero, y controlas muy bien las esquinas de los muebles.

Te enseñé a bajar del sofá de culo, aunque a veces no apuntas en la dirección correcta y te cabreas porque vas hacia atrás y no caes.

En el suelo eres más radical. Te dejas caer sobre tus posaderas sin contemplaciones. Supongo que el acolchado del pañal da confianza.

El andador ya lo manejas con una mano, y haces las curvas perfectamente. Incluso lo pilotas en dirección contraria.

Eso sí, te lo dejo aquí para cuando seas mayor: las jodidas musiquitas de todos los juguetes de plástico de colores que hacen ahora, levantan dolor de cabeza, sobretodo después de llegar del trabajo y haberse levantado a las seis y media.

Un apunte más. Cuando yo era joven, la puñeteras pilas no duraban tanto, joder.

Papá